Myō, descubriendo emprendedores en Nepal

Después de nuestras investigaciones de los últimos días, hemos descubierto novedades relativas al proyecto Myō. Una vez decididos los puntos clave para las entrevistas nos pusimos en acción, comenzando a contactar con nuestra lista de contactos.

En los últimos días se incorporó Claudia al equipo, una compañera estudiante de relaciones internacionales con mucha energía. El año pasado ya estuvo en Nepal ayudando a Sanu con la construcción de un huerto que ayudase a mantener la escuela. Este año ha vuelto para seguir aportando ideas y ayudar de alguna forma.

Pusimos el foco en tres objetivos:

  • Saber sobre temas legales y logísticos de las ONG’s
  • Organizaciones relacionadas con la agricultura
  • Nuestro propio modelo de valor

Dividimos nuestro grupo de trabajo en dos parejas para poder visitar a todos las personas que habíamos identificado. Todas esas personas nepalíes a las que visitamos nos demostraron que querer es poder. Nos sirvieron de inspiración y nos dieron energía para seguir en nuestra aventura.

Me gustaría destacar dos de las historias que más nos motivaron; decir que actualmente seguimos en contacto con las personas protagonistas.

Cocina Mitho Cha

Debendra salió de su humilde pueblo para poder formarse en Katmandú. Cuando vives en un pueblo, Katmandú parece una ciudad donde todos tus sueños se cumplirán, pero Debendra se dió cuenta que la vida es más dura de lo que uno cree; más aún si no tienes apenas recursos. Nos transmitía en cada palabra que hay que luchar mucho para conseguir realizar tus sueños.

Decidió formarse como camarero junto a un amigo para trabajar en los distintos hoteles que hay en Thamel. Entre el trabajo y su formación fue tejiendo una red de contactos que más tarde le ayudaría a poner en marcha su idea. Desde muy pequeño Debendra se había imaginado una escuela de cocina en la que la gente como él tuviesen una oportunidad para conseguir ingresos.

Encontró ayuda en la fundación catalana Nepal Aki que siete años después siguen apoyando el proyecto asesorando a Debendra para optimizar sus procesos. Lo fantástico en el caso de Debendra es que él mismo se dió cuenta que no podía vivir solo de donativos, así que le propuso a la fundación la construcción de un Bed & Breakfast para financiar la escuela de cocina. Nepal Aki aceptó pero con la condición de que todos los trabajadores de ese proyecto deberían ser personas que salieran del orfanato. Esto ayudaría a paliar uno de los grandes problemas de Nepal como es la cantidad de niños abandonados por no poder mantenerlos.

La realidad en Nepal es que hay muchos orfanatos para paliar el problema de los niños abandonados que en algunos casos más críticos son vendidos para dedicarse a la prostitución o la venta de drogas. Los orfanatos hacen una labor vital en la vida de estos niños ya que les dan un techo, comida y una educación básica. Pero este medio resuelve el problema temporalmente porque cuando son mayores de edad tienen que abandonar el orfanato para enfrentarse a una situación difícil en la que se encuentran indefensos, sin hogar, sin ayuda y sin restos de motivación o autoconfianza.

Por todo esto la iniciativa de Debendra junto con Nepal Aki tiene tanto valor. Porque brinda una oportunidad para cambiar la vida de muchos jóvenes, dándoles la oportunidad de conseguir una educación, integración social y un trabajo en el sector de la hostelería. Esto le permitirá obtener un sueldo con el que pagar un alojamiento y poder plantearse un futuro.

Cocina Mitho Cha

Debendra lleva siete años siendo el único responsable del proyecto. Afronta cada nuevo día con una visión de futuro basada en el sueño de crear un hotel universitario donde los estudiantes de cocina, hostelería y restauración puedan aplicar todos sus conocimientos. Si hablas unos minutos con Debendra podrás ver cómo se ilumina su mirada y la pasión que destila cada vez que habla de su trabajo o de su proyecto. He tenido la suerte de conocer personas así, que son capaces de encontrar para cada problema una solución con una pasión envidiable y una sonrisa siempre en la cara.

Durante mi entrevista con Debendra tuve la suerte de conocer el precioso jardín que tiene la Cocina Mitho Cha, equipada de plantas alimentarias que en la vida había visto. Me mostró el nivel de calidad en cuanto a la atención al cliente: si hay una buena estrategia para hacer felices a tus clientes es hacerles sentir como si estuvieran en su casa. La Cocina Mitho Cha dispone de siete habitaciones sencillas aunque perfectamente equipadas. Además puedes disfrutar de su precioso jardín, que tiene un porche donde se encuentran las mesas en las que te puedes sentar a comer o a tomar algo. Además Debendra tiene expuestos y a la venta trabajos manuales de los niños, algo que cumple una doble función, es otra fuente de ingresos y de inspiración para los pequeños que les encanta poner en valor su talento.

Es de valorar, en el mundo en el que vivimos y en especial el de Nepal, la transparencia y honestidad que se respira en la Cocina Mitho Cha. En Icarus creemos en el ikigai como motor para potenciar el valor humano. Cuando Debendra te cuenta su pasado y te explica con pasión los sueños que conformarán su futuro te hace sentir motivado y con ganas de mantener mucho contacto con este tipo de emprendedores sociales.

ATime Agricultural Research and Development Farm

ATime es una empresa que trata de empoderar a personas dedicadas a la agricultura en Nepal. Primero buscan personas con grandes terrenos y les ofrecen a elegir entre 25 variedades de plantas diferentes. La mayor parte de esas plantas no requieren cuidados especiales lo que facilita mucho la vida al agricultor. Si alguno de los agricultores elige alguna planta más compleja de cultivar, tendrá en todo momento el apoyo de un responsable de la ATime para enseñarle a hacerlo correctamente.

A través de este proceso se consigue reducir la cantidad de mano de obra necesaria en el campo. De esta forma las mujeres, que además de atender la casa tienen que trabajar, se ven mucho más liberadas del campo y pueden centrarse mucho más en sus hogares.

En esta relación de valor sostenible, ATime se encarga de conseguir las plantas y formar a los agricultores; por su parte, los agricultores se comprometen a cuidar los cultivos de forma correcta y aprovechar la formación. ATime se responsabiliza de recoger y llevar toda la cosecha obtenida por los agricultores para venderla en el mercado. De esta forma se consigue también eliminar muchas capas de intermediación.

Todo esto hace que ATime sea un proyecto que pretende la transformación de la forma en que se trabaja el campo en Nepal, ayuda a los agricultores a mejorar sus técnicas de cultivo y les da soporte para negociar mejor unas tarifas que les den estabilidad económica.

Atm project

Para nostros en Icarus, ATime es una empresa candidata para entrar en nuestro programa Myō que busca la generación de impacto social holístico. Están en un momento vital para establecerse en el mercado y además han demostrado compromiso y ganas para llevar este proyecto a buen puerto.

Tanto mi compañera Marta como yo disfrutamos mucho con esta entrevista, tuvimos la suerte de conocer a personas muy amables con ganas de generar un cambio cultural en esta nueva forma de entender el valor que intentamos de impulsar desde Icarus.

Kamala

Mientras ayudaba con el proyecto de investigación para encontrar alternativas de financiación sostenible para Sanu, me pidieron que ayudase al grupo de arte que bautizaron con el nombre de Kamala.

El equipo Kamala está formado por un grupo de personas muy vinculadas al mundo del arte:

  • Victoria, especializada en gestión cultural y arte urbano.
  • Adrián, profesor responsable de la producción audiovisual.
  • Marta, profesional de comunicación, fotógrafa y poeta visual.
  • Taquen, artista que hace maravillas con las líneas.
  • Paer, diseñador, fotógrafo y artista visual lleno de significado.

Equipo Kamala

El objetivo de este equipo es crear lazos en la comunidad a través del arte. En este caso en el barrio de Budha Linkanta.

Su primer proyecto se ha basado en pintar unas zonas comunes en una fábrica humilde de telas de cáñamo con las que trabaja Hemper. Para ello, hemos estado apoyándonos en algunas dinámicas de investigación con el objetivo de saber más acerca de las necesidades de la comunidad y de esta forma poder motivar a todos los participantes para que disfruten a través del arte.

Descubriendo el corazón de la jungla

Para cerrar la semana decidimos disfrutar con un poco de aventura en Chitwan, conocido como “el corazón de la jungla”. Chitwan es patrimonio mundial según la UNESCO. La ruta hasta este recóndito lugar es larga, como todas las rutas en Nepal. Solo existe una carretera que puede llevarte hasta allí; en nuestro caso nos encontrábamos a ocho horas de distancia en bus. Pese al sueño y el cansancio hice un esfuerzo especial para no dormirme pues todo lo que veían mis ojos durante el trayecto eran paisajes y lugares espectaculares, algo que difícilmente olvidaré.

Llegados a Chitwan, nos vimos invadidos por la humedad de la jungla, que en algunos casos ocasionó problemas respiratorios en algunos compañeros del grupo. Los ojos se tiñeron de verde, de naturaleza, de esencia. Verde de los arrozales, los árboles llenos de vida y el manto de hierba que lo cubre todo llegando a impedir la visibilidad por completo. Es el paisaje de la naturaleza salvaje que protege a elefantes, rinocerontes, leopardos y cocodrilos entre otros habitantes del lugar. La frondosidad permite vivir también a especies de animales domésticos como vacas, perros, cabras o gallinas que ayudan a crear comunidades más prósperas.

Aunque planeábamos el viaje como un espacio de descanso e inspiración no paramos ni un minuto. El primer día fuimos a conocer el pueblo de Chitwan en bicicleta; recorrimos desde los arrozales de la periferia hasta las casas del pueblo. Dimos por terminada la ruta en un lugar fantástico para ver la puesta de sol. Un espacio para el silencio, los sentidos y la meditación, estos espacios de tiempo en contacto con nosotros mismos son cada vez más necesarios en el mundo en el que vivimos.

A la mañana siguiente nos levantamos alrededor de las seis de la mañana para poder ir a navegar en canoa. Viajamos los dieciocho que éramos en la misma canoa: filas de ojos y oídos viendo y escuchando la melodía silenciosa y tranquilizadora del agua. Rompió nuestro momento de paz cuando vimos un grupo de elefantes encadenados si apenas poder moverse, a todos se nos encogió un poco el corazón. Algunas personas del grupo decidimos saltar la valla para darles un poco de hierba del suelo; nos acercamos para acariciarlos y darles así un poco de cariño.

Después de comer hicimos trekking en medio de la jungla. Aunque no pudimos ver muchos animales la experiencia de andar por la naturaleza me pareció increíble. Matorrales que nos duplicaban la altura y árboles altísimos con lianas que me recordaron ser la protagonista de las películas que veía cuando era pequeña.

La vuelta fue intensa ya que nos tuvimos que parar varias veces por accidentes que se produjeron en la carretera y que cortaron el paso general de los coches. Y la entrada en Katmandú fue más lenta que nunca, tardando una hora y media del punto A al punto B. Pero todos volvimos contentos de la experiencia. ¡¡La siguiente semana se presenta con muchos retos!! Esperemos que así sea, ya que cada día Nepal te enseña un aprendizaje nuevo.