Atrás quedaron las inmensas llanuras vírgenes que podíamos colonizar, poseer y explotar por siempre jamás. Ahora debemos estar cartografiando un paisaje siempre en movimiento, conocer distintos tipos de terreno, vincularnos dinámicamente con todo y con todos. Eludir al otro es cada vez menos posible. Estamos obligados a vincularnos simplemente porque esa es nuestra condición, estamos constituidos por vínculos. Es así como ha funcionado todo, desde la diminuta sinapsis neuronal de nuestro cerebro hasta las fuerzas magnéticas y gravitacionales entre galaxias.
Quisiera compartir ahora unos fragmentos del Principito que nos hará reflexionar precisamente sobre los vínculos:
¿Qué significa “domesticar”? – volvió a preguntar el Principito.
-Es una cosa ya olvidada -dijo el zorro-, significa “crear lazos… ”
-¿Crear vínculos?
-Efectivamente, verás -dijo el zorro-. Tú para mí todavía no eres más que un niño igual a otros cien mil niños. Y no te necesito. Tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro entre otros cien mil zorros. Pero si me domesticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el mundo…
-Comienzo a comprender -dijo el Principito-. Hay una flor… creo que ella me ha domesticado…
-Es posible -dijo el zorro-, en la Tierra se ve todo tipo de cosas.
-¡Oh, no es en la Tierra! -exclamó el Principito.
El zorro pareció intrigado:
-¿En otro planeta?
-Sí.
-¿Hay cazadores en ese planeta?
-No.
-¡Qué interesante! ¿Y gallinas?
-No.
-Nada es perfecto -suspiró el zorro.
-¡Por favor… domestícame! –dijo el zorro.
-Me encantaría -respondió el Principito-, pero no tengo mucho tiempo. Tengo que descubrir amigos y conocer muchas otras cosas.
-Sólo se conocen las cosas que se domestican -dijo el zorro-. Los hombres ya no se dan tiempo para conocer nada. Compran todo hecho en las tiendas. Pero como en las tiendas no venden amigos, los hombres ya no tienen amigos. ¡Si quieres un amigo, domestícame!
Dentro de un sistema global interactivo cada aparente «elemento» del sistema se define por su contraste con los otros y esta trama de contrastes define y redefine a su vez el conjunto. En realidad en todo sistema y subsistema sólo existen campos de diferencias interactivas, es decir, sólo existe el entrelazamiento de lo que el pensamiento habitual percibe como separado.
En ICΛRUS promulgamos que crear objetos, crear identidades ya no es suficiente porque ya no vivimos solamente en un mundo de objetos. Todo aquello que nombramos como cosas emerge de una red de relaciones. El zorro del cuento lo sabe muy bien, ya no quiere ser simplemente un zorro, quiere vincularse. Es un zorro inteligente y valiente.
Un cambio perceptivo
Dentro de la potencialidad evolutiva del cerebro lo que se ha desarrollado más hasta ahora es una gran capacidad de construir, percibir y manipular objetos. Somos especialistas en separar una parte de la realidad del resto de la realidad. Nuestra manera de abordar cualquier situación es recortar lo que percibimos de la red de relaciones y construir cual va a ser el futuro deseado de eso que hemos separado de la realidad. Un futuro deseado que no siempre se cumple, por supuesto. Esta viñeta de humor gráfico ilustra perfectamente lo que trato de comunicar. Puedes estar fregando el suelo eficientemente, con una gran técnica y mucho esfuerzo. Puedes estar cumpliendo tu parte del trabajo, pero abordar cualquier proyecto sólo desde la mente tecnológica ya no es suficiente.
Esto ha estado muy bien para construir automobiles, pero esa forma de percibir la realidad está quedando obsoleta y sin sentido en una sociedad saturada también de otra clase de objetos virtuales que tienen cierta vida propia, objetos que interactúan con las personas, que las responden y que siguen evolucionando y cambiando aún después de haber sido entregados al usuario.
Pretendemos mantener algún grado de control sobre aquello que estamos observando y no estamos abiertos a descubrir qué se revela de ese «ser», un producto tecnológico hoy tiene más que ver con un sistema vivo vincular que con un objeto. La mente se apropia de lo que percibe y desea moldearlo según el modelo clásico de cómo debe seguir siendo la realidad. El problema es que, como dijo Einstein; Los problemas no se pueden solucionar desde el mismo nivel de conciencia con el que fueron creados. Tiene que haber un salto, un salirse de la zona de confort que, bajo una apariencia de control lo que realmente hace es separarnos aún más de lo que nos rodea.
En ICΛRUS tenemos muy claro que los productos digitales son en realidad sistemas vinculares, dinámicos, vivos, que evolucionan. El salto a lo vincular significa generar conversaciones dentro de contextos que no paran de cambiar. Percibimos la trama de relaciones y vínculos donde otros perciben sólo objetos separados.
Lo vincular es de una complejidad inabordable para la mente que sólo percibe objetos, porque lo vincular no empieza ni termina en ningún lado sino que es una trama, una estructura, un proceso sistémico y holístico. Desde ahí, desde la percepción de patrones que se repiten sí podemos abordar la complejidad. Y esa es una muy buena noticia porque como venimos sugiriendo somos seres vinculares dentro de un universo hecho de vínculos. Tal vez no halla que embotellar afanosamente el agua del mar porque tal vez ya estemos nadando en él, para poder percibir toda la complejidad sin controlarla sino dejando que se nos revele, bailando con ella, relacionándonos con ella en su propio lenguaje vincular, que es el de la vida.
Una actitud vincular es permanecer abierto a lo que ocurre y dialogar con ello, encontrarse con ello, respondiendo y estimulando procesos vivos. Percibir campos relacionales nos da una perspectiva mayor de los hechos. Respondemos ante un problema desde varios ángulos, tanto técnicos como funcionales.
El salto a lo vincular nos reconecta con el tapiz sobre el que podemos dibujar cualquier cosa.