Icarus inició su actividad como empresa de servicios de consultoría, pero siempre hemos mantenido una fuerte vocación por impulsar iniciativas que generasen impacto social. Durante el 2019 se decidió destinar una parte del presupuesto para lanzar una nueva e inspiradora área de trabajo que quisimos denominar HSI (Holistic Social Innovation).
Para impulsar este ambicioso objetivo se incorporó al equipo una persona a media jornada. La idea era que nos ayudara a dar forma a algunas ideas que ya teníamos y que trajese otras nuevas para darle vida a nuevas iniciativas HSI que aunque sabíamos tendrían poco retorno en el corto plazo pensábamos que podrían generar valor en otros aspectos.
Durante seis meses de trabajo en 2019 y muchas videollamadas, reuniones y una inversión econónmica (viaje a Nepal incluido) conseguimos dar forma a un proyecto que bautizamos con el nombre de Myō. Lo verdaderamente hermoso de la iniciativa Myō, es que nació dentro de este marco HSI con un objetivo original claramente solidario e inspirador que buscaba fomentar el turismo responsable y la formación experiencial. Un proyecto que además trataba de poner en valor el esfuerzo, ilusión y conocimiento de las personas que se conectaron durante algunos meses.
Nuestra falta de madurez como empresa, la exigencia de otros proyectos que llevábamos en paralelo, junto a la salida de la persona que lideraba la iniciativa nos hizo poner pausa para redefinir el formato de nuestro laboratorio HSI. Volvimos a replantear y a elaborar una serie de documentos que dejasen muy claras las reglas del juego para futuros proyectos de este tipo.
Los aprendizajes de un tropiezo
La improvisación está bien, pero hay que tener cuidado con pasarse.
Desde el principio se planteó un marco de trabajo abierto, quizá demasiado abierto. Hemos aprendido que esto puede resultar incómodo para ambas partes y llega a generar malentendidos. Hay que definir ciertos puntos importantes y no dar nada por supuesto (independientemente de que tengas buenas intenciones). Definir bien las reglas del juego permite mantener mejor el foco y reduce las posibilidades de que se den distintas interpretaciones. Recuerdo que uno de los cuatro acuerdos toltecas dice precisamente: «Nunca des nada por supuesto» 🙂
Definir muy bien roles y responsabilidades.
Aunque esto puede parecer un factor limitante, no tiene porque serlo. Podemos desempeñar otros roles para aportar valor en otro área o ayudar a una compañera o compañero. Pero es importante sentarse a trabajar sabiendo lo que el equipo espera de tí y que cada persona pueda hacerse responsable de sus tareas. Esto es importante si en el equipo hay perfiles que tienen poca experiencia laboral y más aún si el trabajo es en remoto.
Dedicación mínima imprescindible de una persona que lleve tiempo en la organización.
Ser una empresa pequeña y tener otros proyectos en marcha hace que dediquemos menos energía a las iniciativas con menos retorno inmediato. Esto es un mal que sufren también grandes empresas que destinan partidas presupuestarias a iniciativas RSC (responsabilidad social corporativa) o a innovación. No es conveniente lanzar este tipo de iniciativas sino van a tener un mínimo de dedicación por parte de algún miembro de la empresa que tenga los objetivos claros y que represente los valores o la visión de la compañía.
Documentar muy bien cada acción y reflejarlo por escrito.
Cada decisión y cada euro invertido deberá figurar en un documento que se firme por las partes implicadas en cada iniciativa. Al poner en marcha un proyecto todo parece fluir perfectamente, pero existen inevitablemente momentos de fricción y es mejor tenerlo todo por escrito y las cuentas claras desde el principio.
Dicen que a veces el que tropieza avanza dos pasos.
Durante el año 2019 nos habíamos esforzado en construir una hoja de ruta. Pero dicen que la vida es eso que pasa mientras haces otros planes. Así que aprendimos que una misión es algo que está en constante evolución, se va ajustando día a día, moviendo poco a poco cada uno de los ecualizadores para que no desafine demasiado sin perder de vista el propósito y los valores.
Así arracamos este año 2020, tratando de cambiar lo que éramos para poner el foco en lo que creíamos que podíamos llegar a ser. Cerramos nuevos acuerdos y se arrancaron proyectos interesantes. Hemos ido incorporando nuevos perfiles de desarrollo y diseño de producto que garantizan la calidad de lo que hacemos.
Hemos demostrado que somos capaces de adaptamos perfectamente a las necesidades de nuestros clientes, sin perder la esencia de lo que somos y con la vista puesta en lo que queremos ser. Estamos invirtiendo en nuevos talentos y en formación con cuentas en Platzi o Coursera. Apostamos por el acompañamiento a startups en distintas fases de madurez. Ayudamos con la transformación digital a algunos de nuestros clientes y trabajamos con equipos desarrollo de producto digtal y transformación organizacional para grandes empresas.
«Necesariamente todo proceso de la vida crea burbujas y destruye burbujas. Y la creación de la burbuja tiene la misma dignidad que la destrucción de la burbuja. La vida construye burbujas protectoras hasta que lo que creció dentro puede romper el huevo, salir del útero, nacer a otra realidad que es aún más compleja y está en condiciones de tolerar la información que hay en esa otra realidad más compleja; aprende dentro de esa nueva realidad más compleja hasta que descubre que está dentro de otra burbuja.»
– Eugenio Carutti (Inteligencia Vincular)
Lo más importante es que no hemos cambiado en todo este tiempo. Seguimos manteniendo esencia y propósito. Cada conversación, cada boceto que diseñamos, cada línea de código que escribimos llevan la impronta de ese enfoque holístico que promovemos, que está basado en valores como la profesionalidad, la pasión, la coherencia y la honestidad.
Gracias a toda la tribu.