La llegada

Días antes de mi viaje a Nepal hablé con algunas personas que ya habían estado allí. Todas coincidían en que me enfrentaría a un lugar caótico pero lleno de encanto. Algunas de ellas me comentaron que sería una locura de viaje pero que me enamoraría profundamente de aquel lugar. Una semana después de mi llegada puedo decir que ha sido así.

A mi llegada tuve que rellenar varios documentos y pagar el importe correspondiente para que me autorizaran a entrar en el país. En cada iteración que tenía con la cultura nepalí empezaba a percibir la contradicción entre la tranquilidad y el caos del que me habían hablado mis contactos 🙂

Gloria y Miguel se encargaron de recibirme, ellos formarían parte del grupo de trabajo que habíamos configurado para investigar y ayudar a Sanu durante mi estancia en Katmandú. Subimos los tres a un taxi que nos dejó al lado de Boudha Stupa donde estaré alojada durante estas semanas.

Gloria me acompañó a comprar el material de trabajo que me faltaba, sobretodo post-its (ahora me conocen como “la chica del papel con pegamento”). Aproveché el viaje para conseguir también una tarjeta sim y para sacar algo de dinero. Después, me puse mis crocs y me dispuse a conocer la zona y al resto de los integrantes del equipo. Todos ellos me resultaron personas muy interesantes y les ví con muchas ganas de sumar. Al ir conociéndolos un poco más me doy cuenta que, aunque todos tenemos cosas en común, cada uno atesora experiencias muy diferentes lo cual hace que el ambiente sea muy enriquecedor.

El equipo “Laia Brick”

Laia Brick, es el divertido nombre con el que decidimos bautizar este primer equipo de la iniciativa Myō en Nepal. El motivo del nombre surgió por una de las dinámicas en las que propuse un ejercicio cuyo protagonista era un ladrillo 🙂

En ICΛRUS entendemos la transformación personal como el único camino para superar la autocomplacencia. Nuestro objetivo es descubrir la autenticidad y el talento con el ideal de poder conectar y potenciar cadenas de inspiración para generar valor que genere impacto social. En este caso he tenido la suerte de poder contar toda una fantástica gama de talentos y experiencias que dan color a un equipo de trabajo con muchas posibilidades para dar otro pasito en ese largo camino que supone cambiar el mundo.

Me gustaría comentar algo acerca de algunas personas que estarán más implicadas en la iniciativa Myō, estas son:

Miguel

Ingeniero biomédico con un lado artístico muy desarrollado. No es fácil encontrar personas que desarrollen a la vez los dos lados del cerebro. Miguel es curioso y le encanta aprender explorando a través de su parte creativa. Él es mi fiel compañero de trabajo durante estas semanas.

Marta

Está terminando su carrera de derecho, complementa perfectamente su formación en derecho con una deslumbrante capacidad creativa. Su predisposición por aprender y su energía hace que los minutos sean cada vez más productivos. Ella también me acompaña todo el tiempo que puede ya que tiene que compatibilizar con otros proyectos.

Gloria

Una de las socias fundadoras de Hemper. Le encantan los post-it, disfruta de cada sesión de design thinking. Le encanta colaborar con otras personas, se siente genial cuando siente que está aportando y aprendiendo al mismo tiempo.

Alex

Ya os hemos hablado de Alex en nuestro post del movimiento Myo. Alex es otro de los socios de Hemper, es la persona que más relación tiene con Sanu, así que es una pieza fundamental para este proyecto.

Primeras sesiones

Los primeros días hemos estado calentando con “Warning Ups” que nos permitieron despertar nuestra creatividad. Durante estos días hemos procurado aterrizar bien toda la información que nos parecía imprescindible tener en cuenta para investigar. Las fuentes más interesantes que hemos planteado, a parte de los propios nepalíes, son ONG’s que están relacionadas con la educación y otras fuera de este ámbito; incluso nos hemos planteado intentar contactar con el Ministerio Social o la ONU.

También ponemos en práctica distintas técnicas de investigación para tratar de obtener la máxima cantidad de información posible… intentando que sea de calidad, ya que a veces es lo más complicado. Hablamos con las profesoras de la escuela, las voluntarias y con la gente del barrio. Es muy enriquecedor poder trabajar con tanta gente y darles la posibilidad de que participen en nuestras dinámicas. La emoción de conectar personas es uno de los objetivos que buscábamos viajando a miles de kilómetros de casa.

Que todos los voluntarios vivan en el mismo hostal facilita mucho las cosas. Aunque cada uno participa en proyectos diferentes siempre hay un espacio para colaborar y que cada uno pueda aportar su visión. Profesoras, ingeniero, psicólogo, educador social, diseñadores, abogada, artistas, entre otros, son los distintos perfiles que se encuentran en el grupo. Esto es algo que estoy segura mejorará el resultado final de todos los proyectos. Aquí se esconde un poco de la parte holística de nuestra firma], nos sentimos muy útiles ayudando a conectar el todo y las partes, no hay el uno sin los otros.

Buscando el equilibrio

«Ten Paciencia. Espera a que el barro se asiente y el agua esté clara. Permanece inmóvil hasta que la acción correcta surja por sí misma».— Lao Tzu

Dedicamos mucho tiempo y energía a nuestro propósito en Nepal. Pero como decía Lao Tzu, y siguiendo también algunos consejos de mis compañeros de Icarus desde Madrid creo que es bueno también poner pausa, abrir la mente y dedicar tiempo a disfrutar de lo que nos rodea en este lugar tan maravilloso e inspirador. Un lugar situado entre India y Tíbet que se desarrolla al sur de la montaña más grande del mundo, el Himalaya; a una altitud de alrededor de 1.500 m. Una zona atravesada por el Bagmati y sus afluentes, entre los cuales podemos encontrar las ‘durbar’ o plazas urbanas de Bhadgaon, Patán y Katmandú; también las estupas budistas de Swayambhu y Bodnath o los templos hindúes de Pashupati y Changu Narayan.

Kathmandú, como puerta de entrada del turismo en Nepal, es el centro neurálgico de la economía del país. Sus calles medievales están llenas de vida y desorden. Caminos de tierra que se cruzan formando laberintos en los que los autobuses no tienen paradas y los semáforos nunca han encontrado su sitio. Cada objeto que se mueve por las enmarañadas calles de Kathmandú, vayan sobre ruedas o no, forma parte de una danza colectiva al ritmo frenético de una sinfonía de cláxones con vida propia.

Aventura en Kathmandú

El sábado de mi primer fin de semana fue muy especial. Resultó que tres de los voluntarios, Aitor, Gonzalo y Diego organizaron una divertida gymkana. Gracias a este juego pudimos conocer muchos rincones de la gigantesca Kathmandú y disfrutar de la cultura de una forma muy divertida.

Primero organizaron en grupos de cuatro personas, cada grupo tenía que elegir un objeto que nos acompañase durante todo el trayecto. Para el trayecto teníamos 1000 rupias, un mapa y una primera pista que nos conduciría al siguiente destino. Cada pista nos llevaba al siguiente punto. Así hasta el Monkey temple lugar en el que cada miembro del equipo tenía que medir la Stupa utilizando distintas unidades de medida: pies, palmos, pasos y personas. Esta entretenida prueba fue la última de una divertidísima gymkana que nos permitió conocer gran parte de la ciudad. Eso sí, terminamos agotados pero muy felices.

Una de las anécdotas que recordaré siempre con una sonrisa fue el momento en que mi equipo consiguió haciendo autostop que nos llevase un camión que transportaba garrafas de agua. Sueño cumplido ¿verdad equipo? 😉

Un día inolvidable que nos permitió desconectar después de días de duro trabajo.


Si te perdiste el capítulo anterior del viaje, te lo dejo en este link: Myō. El origen de un movimiento social


  • Todas las fotografías han sido realizadas por Laia Muñoz