Ya han pasado unos días desde que volví de Nepal y aún tengo ese sabor agridulce que te deja. Por un lado despedirte de un lugar maravilloso y de toda la gente con la que has convivido, pero por otro lado sé que volveré. Nepal tiene mucho que ofrecer y no me refiero únicamente en el ámbito turístico, pero en la otra cara de la moneda me he dado cuenta que también necesita mucho que recibir.

Aunque ya he tenido la ocasión de vivir la experiencia de voluntariado, esta vez fue totalmente distinta a todo lo anterior. Quizá por visitar un continente que aún no había tenido la suerte de conocer, descubrir una cultura muy distinta a lo que se ve en la tele o se lee en los libros de budismo e hinduismo. Su ritmo de vida y sus preocupaciones hacen que te cuestiones la forma en la que vivimos. Si vas a Nepal dispuesto a conocer todos los detalles te acabas llevando aprendizajes muy profundos.

Otra de las cosas que pude ver de primera mano es el papel que juegan los turistas en los países menos desarrollados de nuestro querido planeta. Muchas veces pensamos que ir a hacer un voluntariado es una apuesta que beneficia a las personas con las que se colabora, o que por el simple hecho de dar dinero a personas más necesitadas les ayudas a tener una mejor calidad de vida. Pero, por desgracia, no siempre es así. No es tan sencillo. Muchas más veces de las que pensamos las buenas acciones tienen efectos inesperados. Tristemente a veces hasta el punto de provocar efectos no deseados en el comportamiento de otras personas que creemos conocer. En Nepal es uno de esos lugares donde se ha conseguido crear una imagen generalizada del extranjero como un simple billete con piernas.

Por todo esto, creo que tenemos que ser más conscientes de a quién dedicamos nuestros recursos y por qué. Es difícil crear un equilibrio entre las dos partes: el que visita y el anfitrión, el que ayuda y el que es ayudado. Cada persona tiene sus valores y a menudo nos encontramos individuos que ayudan a otros únicamente para limpiar su conciencia o lo que es peor, para colgar una buena foto en sus redes sociales. Estas personas no suelen tener en cuenta las consecuencias que tendrá su intervención en una cultura diferente una vez vuelvan al confort de sus lugares de origen. Para nosotros, cualquier acción de voluntariado debe ser algo más que un instante de tiempo determinado, porque entendemos que para los nepalíes éste es su día a día, gente que va y que viene, personas que dan dinero a cambio de un recuerdo que les haga sentir mejores.

También es muy importante saber respetar otras culturas. Cuando viajas a otros países tienes que saber escuchar, aprender y ser agradecido. No me gusta cuando la gente trata de imponer su propia visión del mundo como si esa fuera la receta mágica para una vida feliz en cualquier lugar. ¿Por qué nuestra forma de ver la realidad es mejor que la suya? Muchas de las fracturas sociales se derivan precisamente de tratar de instaurar costumbres de unos lugares en otros con la falsa creencia de que todos saldrán ganando. No se puede integrar en una cultura de mar la de una ciudad en la montaña. En este tipo de viajes tienes que desarrollar la capacidad de ser adaptativo, de saber absorver como una esponja todo lo bueno de los demás para llevártelo siempre contigo.

A parte del aprendizaje personal que cada uno se lleva de los viajes, tuve la suerte de aprender cómo es la vida en Katmandú muy rápidamente. Eso fue en gran parte a Hemper, que nos brindó la posibilidad de colaborar con ellos y de acompañarles en este viaje. Así pude poner mis habilidades al servicio de un equipo de personas dispuestas a colaborar y ayudar a otros.

Además de Hemper quiero agradecer también a las personas que formaron el grupo de los “Post its”/“Laia Brick”/ e incluso a “Kamalaia”. Agradecer también a otros voluntarios: profesoras, Diego, Aitor y Jose por sacarme de la rutina de trabajo y darme la oportunidad de descubrir junto a ellos rincones de Nepal donde pude disfrutar de la fotografía. Como bien me decían, era muy necesario un poco de descanso después de cada día de trabajo.

Por último aunque no menos importante, agradecer a las personas que estando a miles de kilómetros me apoyaron mucho en todo momento. Incluso antes de comenzar la aventura, muchas de esas personas me dieron consejos, me proporcionaron contactos y me dieron muchos ánimos.

Esta aventura no acaba aquí, o esa es nuestra intención. Queremos seguir apostando por esta nueva forma de entender el mundo, las personas, el emprendimiento, la colaboración o el aprendizaje. Ahora estamos asimilando todo lo aprendido en terreno para poder lanzar un proyecto de Innovación Social que aporte un beneficio de verdad a los Nepalies. Basándonos siempre en el respeto a su cultura y sin perder de vista nuestros valores.

** Fotografías realizadas por Laia Muñoz y Paer photography